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Hijo de Dios Según el Evangelio de Marcos

Por Ángel Santiago-Vendrell


Al escribir su Evangelio, Marcos quiso presentar a Jesús como el Hijo de Dios. Desde el comienzo mismo de su obra, Marcos pone un énfasis especial en el título "Hijo de Dios". Empieza con la siguiente declaración: "Comienzo del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios" (Mr. 1:1).

En el contexto del bautismo de Jesús, en Marcos 1:11, aparece la primera escena en que se describe a Jesús como Hijo de Dios. En esta ocasión, Dios mismo identifica a Jesús desde el cielo como su hijo. Esta designación de hijo amado clarifica la misión de Jesús en la tierra, basada en su obediencia y sufrimientos. El bautismo de Jesús marca el principio de un nuevo comienzo en el trato de Dios con su hijo y con toda la humanidad. En respuesta a su dedicación en la misión como siervo, hecha en el sometimiento al bautismo, Jesús confirma su propia conciencia de ser el Hijo de Dios. Marcos 1:11, es una confirmación divina donde Dios afirma que Jesús es su hijo único, el cual ha sido elegido para la restauración de todas las cosas. Jesús fue bautizado porque vio en este acto la entrada a su oficio de salvador de la humanidad. El bautismo de Jesús fue un acto de solidaridad con aquellas personas que estaban respondiendo a Dios por medio del bautismo.

En la segunda escena, no es Dios quien describe a Jesús como su Hijo, sino que las fuerzas del mal lo hacen. Marcos 3:7-12 habla de demonios que reconocen a Jesús como "Hijo de Dios" (v.11), lo cual coincide con su bautismo y glorificación. En Marcos 5:1-20, muchos demonios mencionan y lo llaman "Hijo del Dios Altísimo" (5:7; cf. 1:24, 34).

La tercera escena ocurre durante el evento de la transfiguración, en 9:2-13. La escena está marcada por el hecho de que Jesús manifiesta su gloria y los discípulos le piden quedarse en aquel lugar. La manifestación de la gloria de Jesús está acompañada de la voz de Dios, que dice: "éste es mi Hijo amado, ¡Escúchenlo!". Por segunda vez, el evangelista pone en boca de Dios el título de "Hijo amado" para enfatizar los sufrimientos del siervo sufriente de Isaías. Después de instigar a los discípulos a oír a Jesús, las palabras que salen de su boca hablan de sus sufrimientos y padecimientos (9:9, 12). Esto manifiesta que Marcos interpreta al "Hijo de Dios" bajo el prisma de sus sufrimientos.

La cuarta escena aparece en Marcos 12:1-9. En una forma alegórica Jesús vuelve a tomar el tema del sufrimiento cuando habla del dueño de una viña que envía a su hijo a los labradores, quienes lo matan. Jesús se ve a sí mismo como el Hijo que tiene que morir por el bienestar del mundo.
Desde el comienzo mismo de su obra, Marcos pone un énfasis especial en el título "Hijo de Dios"

A lo largo del Evangelio de Marcos, fue Dios, Jesús, o los demonios los que usan un título para referirse a Jesús. Pero la última vez que se identifica a Jesús como "Hijo de Dios" viene de una fuente inesperada, un centurión romano (15: 33-41). Durante la crucifixión de Jesús, la confesión del centurión debe entenderse como el punto climático de toda la narración. Fue en la presencia de la cruz que el centurión fue capaz de entender el misterio de Jesús como Hijo de Dios. Con la confesión del centurión, Marcos termina su obra literaria confirmando que Jesús es el Hijo de Dios porque obedeció hasta la muerte, y muerte de cruz. Jesús murió sufriendo la agonía de la humanidad sobre sí mismo. Este es el hijo de Dios para Marcos, aquel que tenía que sufrir y morir para salvar al mundo.


--Rdo. Dr. Angel D. Santiago-Vendrell, Ph.D., Profesor Asistente, Memphis Theological Seminary


el Intérprete, marzo-abril, 2009

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