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El noviazgo íntegro

Por Oswaldo García


Dios podría habernos creado individuales como las plantas o las piedras. Pero decidió crearnos en unidades familiares. Padre, madre, hijos, hermanos, nietos, primos, etc. La familia es una célula de amor y apoyo. Allí nos conocemos y nos amamos tal como somos. En la familia practicamos el amor y el perdón. Dios hizo a la familia para que comprendamos nuestra relación con él. Los cónyuges deben amarse el uno al otro y proveer para sus hijos material y espiritualmente. Los hijos deben amar y respetar a sus padres. Los padres deben criar a sus hijos en amorosa disciplina cristiana, mediante sugerencias y consejos piadosos. Cuando todos cumplen, la familia se enriquece, fortalece y descansa segura. Los padres y abuelos deben ser un paradigma para los hijos y nietos.

En el matrimonio el esposo y la esposa deberían ser uno, así como Cristo y la iglesia son uno. Los miembros de la familia forman una unidad. Por esto, el divorcio no es una división, es un rompimiento. No obstante, la iglesia recibe con amor a los divorciados, pero tiene el deber de procurar que todos comprendamos las tristes heridas del divorcio. Por eso los que desean casarse deben evaluar bien quién será su cónyuge.

El noviazgo no es para tener sexo sino para conocerse y descubrir si son el uno para el otro o no.En algunas culturas el noviazgo empieza después de que la mujer asiente a la proposición de matrimonio de parte del varón. El noviazgo empieza después de un compromiso formal para casarse. En otras culturas, el noviazgo representa todo el tiempo que precede al matrimonio. Una muchacha puede hablar de su "novio", con lo cual no quiere decir su comprometido, sino sólo su enamorado. Aquí usamos el noviazgo en este último sentido más amplio. Este es el tiempo evaluar lo que será el futuro a la luz del carácter del novio o novia y de la relación que tienen.

En este período los jóvenes no deberían tener relaciones sexuales. El sexo antes del matrimonio forma una relación voluptuosa que no permite cultivar una amistad sana. Los casados aprendemos que muy pronto, al experimentar las contingencias de la vida y los hijos, el sexo pasa a segundo lugar. Un noviazgo que deja al sexo para después de casados y que se concentran en cultivar la amistad, conocerse bien, entenderse, ayudarse el uno al otro, admirarse y estar seguros que Dios los hizo el uno para el otro, tiene muchas más posibilidades de tener éxito en el matrimonio. El sexo antes del matrimonio enceguece a la pareja, su mente está siempre en eso. Al casarse, la pareja podría descubrir que no son el uno para el otro. Así vienen las tristezas de una pareja que da prioridad al sexo pero que no se conocen el uno al otro y no tienen una amistad verdadera.

Pero los que no tuvieron un noviazgo íntegro podrían creer que no tienen la autoridad para enseñarla sus hijos acerca de la santidad del matrimonio. Esto es una equivocación. En Dios siempre hay redención. Los esposos deben arrepentirse de sus pecados de solteros, confesarse uno al otro que se equivocaron y perdonarse. Su matrimonio será redimido y podrán criar a sus hijos en santidad sin sentirse hipócritas, pues han confesado su pecado el uno al otro y a Dios. Háganlo creyendo en Dios, en sí mismos y en el futuro. No hablen más del pasado, pongan un punto final y digan: Hasta ahora fue así, pero de hoy en adelante será diferente con la gracia y ayuda de Dios. Esto redime la familia. Porque han sido perdonados, ahora tienen autoridad para criar a sus hijos en santidad.

Los jóvenes tienen toda su vida entera por delante. Deben comenzar bien. El noviazgo no es para tener sexo sino para conocerse y descubrir si son el uno para el otro o no. Un noviazgo no debería ser breve. Deben conocerse hasta estar seguros que juntos podrán enfrentar las contingencias de la vida y salir triunfantes.


--Rdo. Oswaldo García, pastor de la IMU Newberry, Carolina del Sur
[email protected]

el Intérprete, mayo-junio, 2008

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